Niños caminando solos en el desierto entre zonas de víboras de cascabel, niños aventados por polleros desde lo alto del muro fronterizo para abandonarlos a su suerte, adolescentes entregándose a los agentes migratorios, jovencitos narrando entre lágrimas que huyen de sus países porque eran perseguidos por las pandillas, son sólo parte de un sinnúmero de historias de vida, de sufrimiento, de violencia y pobreza que los orillan a emprender el viaje más peligroso de su corta vida.
Los países en tránsito se convierten en filtros que sólo dejarán pasar a los más fuertes, los que más resistan, o los que tengan la fortuna de ser invisibles a los peligros más mortíferos que inundan la experiencia de migrar rumbo al sueño americano.
Más de 25 mil niños llegaron a la frontera entre México y Estados Unidos en los últimos meses, nuevos centros de detención se están construyendo en Texas y California, las familias todavía son separadas y los adultos deportados inmediatamente. Las cifras son tan altas que Joe Biden ya se perfila como el presidente norteamericano que deportará a la mayor cantidad de personas y que, además, dará refugio a la menor cantidad de migrantes, incluso sobre cifras que encabezaban Barack Obama o Donald Trump.
Los agentes de la patrulla fronteriza insisten una y otra vez: “es muy peligroso exponer a los niños”, pero la llegada de cientos no parece tener fin. Nadie los detiene, ni los esfuerzos de agentes de migración y de quienes decidieron ponchar las balsas en las que los polleros cruzan a los migrantes por el Río Bravo, mucho menos el futuro próximo que les espera a la mayoría de ellos de pasar días o meses hacinados en un centro de detención.
Según datos del Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos, la llegada de menores solos a la frontera aumentó en un 163.3% durante este 2021. En total, en los tres primeros meses de este año la autoridad migratoria norteamericana ha enfrentado casi 570 mil detenciones, solamente en marzo fueron 172 mil migrantes detenidos.
Y es que en promedio están llegando a la frontera 500 menores completamente solos diariamente, tendencia que se repite desde el mes de marzo. Pero lo más relevante de estos datos es que el conteo no incluye a los menores originarios de México, ya que ellos son repatriados inmediatamente.
El problema es que aquella película del 2007 denominada “La misma Luna”, de la directora Patricia Riggen, en la que el personaje de Carlitos, un niño que decide huir de su comunidad e ir en busca de su madre que trabaja sin documentos en California, ahora es una realidad diaria en la frontera norte, en la que niños que fueron dejados bajo el resguardo de familiares hace años, ahora llegan como parte de una caravana. Tristemente, solo unos cuantos tienen la “suerte” de tener familiares en Estados Unidos que acuden por ellos y se comprometen a cuidarlos, el resto de los menores tiene un futuro incierto dentro de los centros de detención.
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