Hasta este domingo, más de 60 millones de ciudadanos americanos habían emitido su voto de forma anticipada, por correo electrónico o presencial, en los miles de centros de votación alrededor de los 50 estados de la Unión Americana.
La carrera por la silla presidencial nunca había estado tan reñida, ni tan polarizada. Los insultos, sobre todo por parte del candidato republicano, Donald Trump, en contra de su oponente, principalmente, fueron creciendo con la campaña, hasta convertirse en mítines con calificativos soeces, misóginos, racistas y plagados de discriminación.
Las mujeres, los migrantes y México también fueron los protagonistas de estos insultos, sobre todo las amenazas de imposición de aranceles, de cambios en la política económica y en el tratado comercial entre ambos países y Canadá.
Las últimas mediciones de las casas encuestadoras continúan, hasta este domingo, dando un empate entre Donald Trump y Kamala Harris, aunque se dice que tiene mayores posibilidades de regresar a la Casa Blanca el expresidente, y que a Kamala Harris, le esperaría el mismo destino que a Hillary Clinton, aunque le favorezca el voto popular, pero que la última palabra la tendría el Colegio Electoral.
¿Con quién le iría mejor o menos peor a México, sobre todo en la coyuntura política que vive nuestro país con la primera mujer presidenta? Aunque el panorama es incierto, es importante reconocer que Donald Trump necesita una piñata política para demostrar que es un “buen presidente”, como lo hizo en su primer periodo, en el que las amenazas constantes a los acuerdos comerciales con México, la presión impuesta para el cierre de la frontera sur de nuestro país con Guatemala y las acciones de represión en contra de las caravanas migratorias, fueron algunos de los “acuerdos”.
En el gobierno de Joe Biden la relación no ha sido la mejor, sobre todo con los últimos dimes y diretes con el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, por la crítica constante ante los niveles de inseguridad en la región fronteriza y los millones de indocumentados que han cruzado en los últimos años desde México.
Pese a todo lo anterior, me parece que una mujer en la presidencia de Estados Unidos provocaría un cambio de visión y estrategia en la forma de gobernar. Salvo que se judicialice la elección, como se prevé, muy pronto conoceremos los resultados de la elección, que tendrá efectos secundarios, en todo el mundo.