Una cantidad importante de migrantes pierden la vida todos los días en su intento por mejorar su vida, la de su familia o por conseguir una oportunidad para vivir en paz, con trabajo, un techo y comida.
Desafortunadamente las últimas semanas, las primeras planas de los medios de comunicación se han visto entristecidas con información sobre accidentes carreteros en los que las pérdidas humanas son muchas. Niños, niñas, jóvenes y adultos que truncaron su intento por llegar a Estados Unidos y trabajar por el anhelado sueño americano.
En Puebla, la carretera Cuacnopalan-Oaxaca es una de las vías de comunicación que ha protagonizado más accidentes donde autobuses, principalmente, resultan siniestrados tomando la vida de migrantes, de países como Venezuela, Guatemala, Haití, Nicaragua, Colombia, Cuba o Camerún.
Ha habido accidentes tan graves como aquella volcadura de octubre del año pasado cuando fallecieron 18 personas, entre ellos 3 menores de edad, de 47 personas que viajaban en esa unidad; un par de meses antes, en ese mismo tramo, otro autobús que transportaba en su mayoría migrantes venezolanos, se impactaba contra un tráiler muriendo 16 personas, entre ellos varios niños.
En junio de este 2024, en Sonora, un tráiler que transportaba personas migrantes volcó en la carretera federal 15, los servicios de rescate atendieron a 8 lesionados y no hubo fallecidos, pero muchos otros heridos huyeron rápidamente para evitar a la autoridad y no se supo más de ellos.
Hace unos días, cerca de Juchitán, también en Oaxaca, una caravana migrante fue arrollada por un vehículo, en ese incidente murieron un padre y su hijo, 17 migrantes más resultaron lesionados.
Y es que, para evitar las fuertes temperaturas que se sienten en esa región del país durante el día, los grupos de migrantes que se mueven constantemente de sur a norte del país, y en el que Oaxaca ocupa un paso fundamental rumbo a la Ciudad de México y posteriormente en su viaje a la Unión Americana, toman la decisión de viajar durante la noche. Desafortunadamente muchos caminos y autopistas de México carecen de iluminación y son un peligro constante para familias enteras que caminan por ahí, así como para los conductores que de repente encuentran grupos de personas imposibles de esquivar.
Cada día es más complicado viajar por las carreteras de México, de norte a sur o viceversa, ya sea por sus condiciones físicas, por los grupos criminales o por conductores imprudentes, pero transitarlas caminando, hacinados en un tráiler, camión o camioneta multiplica los riesgos y las pérdidas humanas.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) consideró que el año 2023 fue uno de los periodos donde más migrantes murieron en accidentes carreteros, registrando hasta un 40 por ciento más de fallecimientos respecto al 2022. Este 2024 no ha sido la excepción en accidentes y podría superar al anterior.