Una vez más, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que pedirá a los mexicanos que viven en Estados Unidos que no voten a favor de aquellos congresistas que estén en contra de la aprobación de la Reforma Migratoria:
“Los que voten en contra no van a tener respaldo. De manera respetuosa nosotros vamos a llamar a que no voten por ellos los mexicoestadounidenses, que son muchos, porque ya basta de racismo, de la discriminación y de los malos tratos” advirtió el mandatario mexicano.
Una vez más, porque ese mismo llamado lo hizo en noviembre del año pasado, el presidente ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, y es que el racismo, la discriminación y los malos tratos que él observa en la negativa del congreso norteamericano para aprobar la reforma migratoria, se aplica constantemente en su gobierno, en el Congreso y en el Senado mexicano desde el 2018 en contra de los paisanos y de sus familias con la aprobación de recortes presupuestales a todos los programas que estaban dirigidos a esta comunidad.
Es en este sexenio cuando los migrantes y sus familias registran más pérdidas en apoyos, programas y presupuestos para mejora de sus comunidades, hasta los jornaleritos agrícolas que viajan con sus familias desde el sureste a los estados del norte de la república resultaron afectados con el cierre de programas que les daban alimentos, educación y servicios de salud que hacían más llevadera su extrema pobreza y las condiciones casi infrahumanas en las que se ven obligados a trabajar.
En esta administración federal también desapareció el Seguro Popular que contaba con un módulo especial para la atención a migrantes deportados o para sus familias en cada clínica o centro de salud del país.
Y si hablamos de los mexicanos que viven en Estados Unidos y a los que hoy el presidente convoca para un voto de castigo en contra de los norteamericanos, pues también se vieron severamente afectados con los recortes presupuestales a los servicios consulares, a pesar de que mes con mes aumentan la cantidad de remesas que estos mismos mexicanos envían a sus familias y cuyo destino dejó de conocerse desde el 2018.
Por cierto, desde que inicio el actual gobierno federal también aumentaron las cifras de mexicanos que migran al norte huyendo del desempleo, pero sobre todo de la violencia. ¿Y si mejor el presidente se encarga de resolver la problemática interna de México y después le “sugiere” a su homólogo norteamericano como tratar a nuestros paisanos? Dicen que el buen juez, por su casa empieza.
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