Érika Nieto
Desafortunadamente el panorama no es nada alentador para las mujeres migrantes, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) registro cifras históricas de solicitantes de asilo entre las que destacan que el 41 por ciento de ellas fue de mujeres migrantes y el 24% de niñas, niños y adolescentes, muchos de ellos viajando completamente solos.
Los centros de detención o albergues en los que se encuentran varadas, a veces durante meses, representan un peligro para ellas, sin importar la edad que tengan, pues son víctimas de violencia, explotación, violaciones y una serie de delitos que terminan hasta que son deportadas sin la oportunidad de que fuera revisada su solicitud de asilo o muchas veces asesinadas como ocurrió en Quintana Roo en 2021 con el caso de Victoria Salazar, mujer salvadoreña que fue muerta en un presunto caso de brutalidad policial y así decenas de casos que ocurren en completa impunidad a lo largo y ancho de la república mexicana.
Y es que México es la pesadilla para miles de migrantes que no tienen otra opción más que cruzar por este territorio para llegar al tan anhelado sueño americano.
El documento denominado “Movilidad humana y covid 19: una aproximación a la respuesta de los gobiernos locales de América Latina y el Caribe” publicado el año pasado por la UNESCO de manera conjunta con el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la ciudad de México (COPRED) dice en su apartado Mujeres y niñas en movimiento que:
“Las mujeres migrantes de la región representan al menos un 50.4% del total de personas que migran a través de territorio mexicano, superando a los hombres (2017) 46 y el 80% de ellas han sido obligadas a dejar sus países por cuestiones de violencia de género”.
Las mujeres desempeñan un papel muy destacado en la prestación de servicios sanitarios esenciales, lo que las ha expuesto a mayores riesgos para la salud en estos dos años de pandemia. También soportan la mayor parte de tareas domésticas y de cuidados tanto remunerados como no remunerados, que por las medidas de confinamiento y aislamiento se intensificaron exponiéndolas a un mayor riesgo de sufrir violencia de género y explotación.
“Las niñas y adolescentes mujeres son particularmente vulnerables, al vivir una doble discriminación por su género y edad. En este sentido, están más propensas a ser sujetos de la explotación sexual, sin que se reconozca su calidad de víctimas, debido a estereotipos y creencias que naturalizan el pago por sexo con mujeres y niñas y las responsabilizan”, Amalia Alarcón, Gerente Regional de Programas de Influencia de Plan Internacional.
Muy difícil el panorama que enfrentan las niñas y mujeres migrantes, todavía falta mucho camino por recorrer en torno al respeto de sus derechos humanos mientras transitan por diversos países en busca de una mejor calidad de vida o simplemente de vivir libres y sin violencia.
Comentarios vía twitter: @erinife