El viejo rockero sale al escenario sin un ápice de cansancio. A pesar de las 12 de horas de vuelo, los 78 años de vida y los 60 de carrera, parece disfrutar la charla con los reporteros, pero que asume como si fuera la primera vez.
Miguel Ríos & The Black Betty Trio se presentan desvergonzadamente desnudos en el Auditorio Nacional este viernes, 7 de octubre, con un show sin batería, pero con la negritud de una vida dedicada al rock en todos sus formatos.
Un largo tiempo nació durante la pandemia —luego de un malogrado retiro que lo llevó a girar con una orquesta sinfónica— en un formato semiacústico con 12 temas reposados, en los que el cantante retoma fragmentos de su vida como protagonista del Blues de la tercera edad.
En la semioscuridad del Lunario del Auditorio Nacional, el joven que triunfó en el mundo con el Himno a la Alegría, el hombre maduro que corrió por los ruedos de Iberoamérica en su etapa de mayor gloria y el adulto reposado, el viejo rockero cuya carrera nunca muere, revela el secreto para empatizar con públicos de todas las generaciones.
“A través de esta música tenía la posibilidad de establecer un grupo cultural que nos separaba de todo lo anterior, del padre, de la familia, incluso de la infancia; de pronto el rock nos dio la posibilidad de establecer una cultura popular con una fuerza tan grande que nos permitía vivir de otra forma, sentir de otra forma”, cuenta.
Sin cortapisas, el cantante granadino hace una declaración de principios: “vivir es político”. Desde 1968, lo tiene claro con temas como La Generación Límite, Antinuclear o La Estirpe de Caín.
“Depende donde caigas te ves enfocado hacia una política, es la lucha de clases, aunque los movimientos filosóficos que la promovieron casi no existan, pero existe la desigualdad que es una de las formas más claras de que la lucha de clases sigue existiendo.
“Sobre todo, cuando estamos en un planeta donde el uno por ciento tiene una riqueza, donde se está viendo en prime time como la falta de oportunidades hace una diferencia sustancial en cómo se vive una vida y cómo se vive la otra, que hay muchos parámetros para medir el progreso desde el conocimiento; cómo llegar a que, si amas la justicia social, se haga imperante”, dijo.
En opinión de Miguel, la música de rock ha sido el soporte para narrar esas vicisitudes, pues habrá quien elija cantar sobre otros temas, pero él prefiere hablar sobre la realidad que ve todos los días para decir lo que piensa.
“La riqueza obscena, hay riquezas obscenas que no pueden ser, yo sí estoy de acuerdo en que la gente viva y gane su vida, pero en lo que no estoy para nada de acuerdo, y no me gustaría en mi puta vida hacer, es cargar con la culpa de que muchos semejantes estén pasándola mal porque yo la paso bien”, aseguró.
Con tono cordial, Miguel Ríos recuerda que hubo una época en que la industria musical le permitió vivir bien y, gracias a ello, la grabación de discos y la generación de espectáculos que en su momento parecían imposibles, como el Rock & Ríos, que fue retomado en marzo pasado con los músicos originales.
Los años que terminan en dos suelen ser de aniversarios y grandes discos para el músico español. En 1962, inició su carrera; en 1972, grabó Conciertos de Rock y Amor; en 1982, el hito llamado Rock & Ríos; en 1992, un compilado, el primero con la remasterización de casi toda su carrera, llamado Así que pasen 30 años, dos décadas no hubo festejo, pero en marzo pasado vino el desquite.
En el escenario Miguel logró juntar a varias generaciones de músicos, en dos conciertos en el WiZink Center de Madrid, en el 40 aniversario de la publicación del disco. Rosendo, Amaral, Carlos Tarque, Mikel Izal o Anni B. Sweet, participaron en el festejo que será publicado en un disco en marzo de 2023.
A pesar de los cambios en la industria musical, el empresario y productor musical se ha sabido adaptar; sin embargo, critica duro que no se den las condiciones para que los autores, que tienen la responsabilidad de crear la música, no se vean beneficiados con las ganancias, pues ahora son las agregadoras y las plataformas se llevan las ganancias de los músicos.
Entre tanto, las presentaciones como la de este viernes en la Ciudad de México, le resuelven a los músicos, aunque el septuagenario cantante afirma que todo ello son sólo memoria de la carretera; mientras, alista dos horas y media de show para los fanáticos que afirman que, sin lugar a dudas, los viejos rockeros nunca mueren.