En un acto reciente desde La Elipse, en Washington, la vicepresidenta y candidata presidencial Kamala Harris pidió a los estadounidenses "pasar página a Donald Trump" y cerrar un capítulo que considera divisivo para el país. Este llamado de Harris busca resonar especialmente en los estados que, por el sistema del Colegio Electoral, tendrán un peso decisivo en las elecciones. La estrategia de Harris, que se presenta como una alternativa unificadora, contrasta con el enfoque de Trump, quien plantea una campaña centrada en las críticas a la administración actual y en recuperar la “grandeza” del país.
El sistema electoral de EU y el enfoque en siete estados decisivos
El Colegio Electoral de Estados Unidos, único en el mundo, ha llevado a los candidatos presidenciales a concentrarse en solo algunos estados: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin. Dada la composición del colegio, que asigna votos en función de los compromisarios estatales y no del voto popular nacional, estos estados clave, políticamente divididos, determinan en gran medida quién ocupará la Casa Blanca.
A diferencia de muchas otras democracias, en Estados Unidos los ciudadanos no eligen directamente al presidente. Al votar, seleccionan a compromisarios que representarán a su estado en una votación interna en diciembre para elegir al presidente y vicepresidente. En la mayoría de los estados, los compromisarios deben respaldar al ganador del voto popular, aunque esto no garantiza que el candidato con más votos nacionales gane la presidencia. En las últimas dos décadas, esto sucedió dos veces: la más reciente fue en 2016, cuando Trump obtuvo menos votos populares que Hillary Clinton (casi 2.9 millones menos) pero consiguió los votos necesarios en el Colegio Electoral para convertirse en presidente.
Harris y Trump adaptan estrategias a estados específicos
Para Kamala Harris y Donald Trump, esta contienda representa una clara pugna de visiones. Harris ha enfatizado la necesidad de un cambio, proponiendo una “lista de quehaceres” enfocada en las necesidades de los ciudadanos. En contraste, afirma que Trump basa su campaña en una "lista de enemigos" que, en su opinión, polariza al país. Su acto reciente en La Elipse buscó evocar los efectos del ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, instando a los votantes a considerar esta elección como un punto de inflexión.
Ambas campañas han adaptado sus estrategias para maximizar el impacto en un puñado de estados indecisos, que representan solo el 18 por ciento de la población nacional. Estos estados han acaparado la mayor parte de los recursos, visitas y eventos de los candidatos. Datos de The Associated Press muestran que, hasta la fecha, Harris y Trump han realizado más de 200 visitas de campaña, tres cuartas partes de las cuales se concentraron en los siete estados clave. Pensilvania lidera con 41 visitas, seguida de Michigan y Wisconsin, con 31 y 27 visitas, respectivamente. Carolina del Norte, Nevada, Arizona y Georgia completan el listado, con entre 12 y 18 visitas cada uno.
Este enfoque geográfico obedece a que el Colegio Electoral otorga un número de compromisarios proporcional al número de representantes y senadores de cada estado. Así, estados pequeños y poblacionalmente divididos ganan peso en el proceso. Actualmente, un candidato debe obtener al menos 270 de los 538 votos colegiados para ganar la presidencia, y con siete estados clave en disputa, los votos en estos territorios se vuelven críticos.
El proceso electoral y las fechas clave
La votación nacional se celebrará el próximo 5 de noviembre, primer martes de noviembre, como lo marca la ley en Estados Unidos. Posteriormente, los compromisarios de cada estado emitirán su voto el lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre. Finalmente, el Congreso de Estados Unidos se encargará de certificar el resultado el 6 de enero, momento en el que se declarará oficialmente al ganador. La toma de posesión del nuevo presidente tendrá lugar el 20 de enero.
Este sistema, criticado por no representar plenamente el voto popular, concentra la atención de los candidatos en unos pocos estados clave. Así, la campaña se enfoca en los votantes de los condados más decisivos dentro de estos estados, mientras que otros se sienten relegados y sus preocupaciones, ignoradas.