• 19 de Abril del 2024

La rosa de porcelana

 

Licia Fiorella tuvo la suerte de acompañar a sus padres a un viaje a las Indias Orientales

 

 

Márcia Batista Ramos

 

“El orgullo erige un pequeño reino y actúa como soberano en él”.

William Hazlitt

La rosa de porcelana duró mientras Fabiola, su madre, su abuela, su bisabuela y su quién sabe más quién, la cuidaron y desempolvaron cada día de sus existencias y colocaron en el mismo lugar. Allí en el recibidor, para deleite de propios y extraños.

Las visitas siempre se quedaron impresionadas con la perfección de la rosa de porcelana que parecía natural, y preguntaron por su origen; por los siglos de los siglos, alguien contó con lujos de detalles que la abuela de la abuela de su abuela era una mujer muy linda, su nombre era Licia Fiorella. Poseía una belleza excepcional, como jamás volvió a repetirse en la familia, recibió la rosa de un Maharajá, en aquellos años en que la vida y el sueño andaban juntos (para algunas personas, lógicamente).

(Lo que pasa es que la vida siempre estuvo cubierta de rubíes y preciosas perlas para algunas personas y colmada de vicisitudes, para otras. No sé quién decidió que fuera así).

El hecho es que la rosa de porcelana la recibió la linda Licia Fiorella. (La belleza, en aquél entonces, era natural sin cirugías, rellenos y otros sinfines de tratamientos para transformar la naturaleza de cualquiera).

Licia Fiorella tuvo la suerte de acompañar a sus padres a un viaje a las Indias Orientales, el viaje tuvo muchas peculiaridades, la mayor, fue llegar hasta su destino final sobre elefantes, para luego ser hospedados en un hermoso palacio.

El Palacio era un inmenso recinto con numerosos patios rodeados por diversos edificios con innúmeros jardines internos. Con arcos, todos ellos de mármol labrado. Con una gran puerta bajo un arco de mármol flanqueada por dos elefantes de mármol blanco, con numerosas ventanas y celosías, y un tejado con cúpulas rematadas por pináculos metálicos. El interior del palacio estaba finamente decorado y Licia Fiorella, se quedó impresionada con tantos detalles en los techos, paredes, muebles y pisos que decoraban tan majestuoso palacio. Los tejidos, tapices, armas, instrumentos musicales, pinturas, miniaturas y manuscritos antiguos, se quedaron grabados en su memoria (y en la memoria, de las futuras generaciones de su familia, ya que todos contaban como si hubiesen presenciado los hechos).

La guardia del Maharajá flanquea la entrada: era cinco hombres con uniforme blanco, zapatos negros, bigote y un gran turbante rojo. Los aposentos que les fueron destinados, estaban preciosamente adornados y daban a dos lindos jardines con fuentes. Licia Fiorella, jamás había vivido en medio a tanto lujo, a tal punto que, imaginaba que estaba en un cuento de hadas, siendo que ni había visto al Maharajá todavía, y las posibilidades de que lo viera, con sus atuendos bordados en oro, eran muy escasas y ella lo sabía.

Mientras el padre de Licia Fiorella, cumplía con su trabajo, ella y su madre disfrutaban del palacio y el trato de reinas que recibían, asimismo, se regocijaban con paseos por la ciudad y sus mercados, acompañadas por amas y guardias. La riqueza cultural del país que visitaban les dejaba sorprendidas a cada paso. Las telas, las artesanías y absolutamente todo les encantaba. Empero, lo que más gustaba a Licia Fiorella eran los postres, tanto que aprendió a prepararlos y después, se tornaron tradición en el recetario familiar como el Barfi, el Kaju barfi, el Yalebi (con forma de espiral, unos dulces fritos que se remojan en jarabe de azúcar. La masa se elabora con harina de garbanzos y el color amarillo se potencia con azafrán); el Gulab Jamun (una especie de bolas de masa fritas que se remojan en un jarabe de azúcar y agua de rosas, con un sabor intensamente dulce y con tan delicada presentación que quedó como una reliquia culinaria de todas las generaciones posteriores).

Una mañana mientras Licia Fiorella leía cerca una fuente, en uno de los jardines de sus aposentos, percibió que alguien se acercó con parsimonia, ella levantó la mirada y se quedó observando el hombre sumamente alto que le recordaba un gigante salido de un cuento. Inmediatamente Licia Fiorella se percató que se trataba del Maharajá, cerró su libro y se paró haciendo una reverencia desajustada, propia de quien no está acostumbrada a ciertos protocolos. El Maharajá sonrió y extendió el largo brazo alcanzándole una rosa de porcelana. Licia Fiorella se sonrosó y con la mano trémula agarró el regalo. El gigante Maharajá le platicó cuatro cosas por pura gentileza, como la bienvenida a su reino y el deseo de una buena estancia, para despedirse enseguida, retirándose con sus atuendos ricamente bordados en oro.

Licia Fiorella entró al palacio para contar a sus padres, que dudaron del ocurrido hasta que se percataron que la rosa (idéntica a cientos de rosas que poblaban el jardín del palacio en que estaban hospedados) era de porcelana.

Cuando regresaron del viaje traían un equipaje increíble, cantidades de especias indias, té, joyas, telas y tejidos, cerámica azul, bordado de Kutch, productos ayurvédicos y un montón de objetos de madera y otras tantas cosas…

Siendo el más preciado de todo lo que trajeron de India, la rosa de porcelana (por ser un regalo del mismísimo Maharajá) y pasó a ser motivo de orgullo y vanidad para los descendientes. La familia entera atesoró por varias generaciones (más de un siglo) la rosa de porcelana y Fabiola dejó caer está mañana cuando la desempolvaba, haciendo añicos del orgullo familiar.

 

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Biografía:

 

Márcia Batista Ramos, brasileña. Licenciada en Filosofía-UFSM. Gestora cultural, escritora, poeta y crítica literaria. Editora en Conexión Norte Sur Magazzín, España; columnista en Inmediaciones, Bolivia, periodismo binacional Exilio, México, archivo.e-consulta.com, México, revista Madeinleon Magazine, España y revista Barbante, Brasil. Publicó diversos libros y antologías, asimismo, figura en varias antologías con ensayo, poesía y cuento. Es colaboradora en revistas internacionales en 22 países. Editor adjunto de la Edición Internacional de Literatura China (a cargo de la Federación de Círculos Literarios y Artísticos de Hubei, China).