• 07 de Octubre del 2024
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Acusaciones falsas del ateísmo militante

Iglesia del Tibidabo / Facebook

 

No debe extrañarnos que con los abusos sexuales a menores ese ateísmo militante esté, como siempre, actuando en pos de la destrucción de la Iglesia

 

Alberto Ibarrola Oyón

El ateísmo militante siempre ha intentado destruir a la Iglesia. En España existen precedentes muy claros que nos remontan a periodos históricos cuyas consecuencias todavía nos afectan. Verbigracia, la II República, un ensayo democrático plausible que surgió para modernizar y democratizar el país, se fue a la ruina por su anticlericalismo y el odio al Cristianismo de algunos sectores radicales de la izquierda, léase anarquistas, comunistas y algunos socialistas. En este sentido, no debe extrañarnos que con los abusos sexuales a menores ese ateísmo militante esté, como siempre, actuando en pos de la destrucción de la Iglesia.

En mi opinión, esto se trasluce cuando constatamos que la mayor parte de las acusaciones en nuestros días se dirigen sobre religiosos que fallecieron hace tiempo y que, por tanto, no se pueden defender. Supongo que cualquiera entiende que en un juicio es básico ejercer el derecho de defensa. Existen casos que se han probado y que merecen nuestra más enérgica condena, pero empieza a resultar evidente que las fuerzas anticristianas están aprovechando la ocasión para infligir un daño muy severo a la Iglesia.

Habrá que estar prevenidos porque la ingenuidad es un valor que forma parte del bien, pero que no conviene cultivar en exceso porque el demonio es demasiado astuto. Tal vez hayamos llegado a un punto en que no debamos creernos todas las acusaciones sobre abusos sexuales que se están formulando, sobre todo si el religioso acusado ya no se puede defender.

El marxismo y el anarquismo ofrecen dos vertientes: hallar mayor justicia social para los obreros y aniquilar la religión cristiana. Los anarquistas pretenden acabar con el Cristianismo en su totalidad, como parte de su ideario, pero en la actualidad el número de seguidores de Bakunin no es significativo, aunque durante la II República el anarquismo fuese en España una corriente muy numerosa dentro de la izquierda, capaz de determinar el resultado de las elecciones.

Una consecuencia positiva de la Guerra Civil de 1936/39, pese a que en su conjunto supuso un acontecimiento indeseable y lamentable, ha sido la casi desaparición de esta ideología en nuestro país porque fue precisamente el anarquismo uno de los mayores culpables del fracaso de la II República por las revueltas sociales que protagonizaron y sobre todo por sus ataques desaforados a la Iglesia, con la quema de edificios religiosos y ataques personales a sacerdotes y monjas.

Por otro lado, los anarquistas desencadenaron una guerra civil dentro de la Guerra Civil que mermó notablemente las fuerzas del Ejército Republicano. Por su parte, el comunismo ha combatido la religión desde sus inicios causando persecuciones en los regímenes comunistas que buscaban aniquilar la religiosidad cristiana, sin conseguirlo.

Si bien en Europa Occidental, cuando surgió la corriente del Eurocomunismo, se propició un encuentro entre comunistas y cristianos, en partidos como el PCE han retomado en nuestros días el leninismo, con lo que el entendimiento entre cristianos y comunistas ya no parece posible.

La Teología de la Liberación, que buscaba conciliar marxismo y cristianismo estableciendo el objetivo común de mejorar las condiciones de vida de los más pobres y que surgió en Iberoamérica, ha aportado elementos positivos tanto a la religión como a la política. Sin embargo, suelen ser los propios marxistas los que rechazan ese encuentro con los religiosos.

En cualquier caso, entre los comunistas se dan principalmente dos estereotipos: los que desean una mayor justicia social y que defienden los derechos de los obreros y los desposeídos, y aquellos que ante todo combaten la moral cristiana y desean el fin y la destrucción de la Iglesia. Con los primeros sigue siendo posible un entendimiento, pero no con los segundos porque son ellos los que rechazan cualquier tipo de diálogo y colaboración.

Ni tan siquiera que la Iglesia actual condene el ultra liberalismo y que el papa Francisco haya llegado a afirmar que “el capitalismo mata” les conmueve porque lo que pretenden en realidad no es el bien de las clases proletarias, sino el mal de la Iglesia. Por lo tanto, habrá que estar prevenidos y no confiar en que todos los testimonios de abusos sexuales a menores respondan a una realidad. Es muy probable que las fuerzas anticristianas estén de nuevo, como siempre, pugnando por destruir a la Iglesia de Jesucristo.

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Alberto Ibarrola Oyón

Nacido en Bilbao (1972), reside habitualmente en Navarra. Licenciado en Filología española. Escritor y articulista. Escribe bajo el lema de la ética de la estética y la estética de la ética.