• 23 de Abril del 2024

Sánchez y Feijóo, duelo en las alturas

Alberto Núñez Feijoo / Facebook

 

La disputa entre el candidato popular y el socialista promete escribir capítulos muy interesantes de la política española

 

 

Alberto Ibarrola Oyón

La crisis en el PP parece haberse resuelto de forma natural con la designación de Núñez Feijóo como presidente. Como suele ser habitual, ese momento crítico en que parecía que todo se derrumbaba ha servido para reforzar a un partido con vocación de gobernar y para que resurja con mayor fuerza de cara a las elecciones generales del año que viene.

Feijóo aparece como un candidato solvente y capaz de superar a Pedro Sánchez, lo contrario que Pablo Casado, quien nunca dio una imagen de consistencia. Sin embargo, la lid no ha hecho más que comenzar porque el actual presidente del Gobierno también es un candidato capaz de aglutinar en torno a su proyecto a una mayoría de españoles.

Además, podría ser que Sánchez gobernase la próxima legislatura con una mayoría más acorde a sus ideas si el PSOE recuperase parte de su espacio electoral frente a Unidas Podemos, a quien en primera instancia se le atribuyen los mayores errores y defectos de este Gobierno, como el gasto desmesurado en las políticas perniciosas y erróneas del Ministerio de Igualdad.

En cualquier caso, la disputa entre el candidato popular y el socialista promete escribir capítulos muy interesantes de la política española cuando cualquiera de ellos podría salir vencedor, siendo lo más probable que se obtenga el triunfo por la mínima y que para gobernar sea imprescindible pactar con otros partidos: con Vox en el caso del PP y con Unidas Podemos en el del PSOE, además del apoyo de los nacionalistas. Si bien el PNV y la antigua CiU sí que apoyaron a gobiernos del PP, no parece nada probable que pudieran pactar con una coalición de la que formase parte Vox.

El PP está abocado a pactar con Vox, le guste más o menos la idea. El intento de estigmatizar al partido liderado por Santiago Abascal puede funcionar en determinados ambientes progresistas, pero no afecta en absoluto a aquellos que pueden votar a la derecha, excepto en ambientes liberales cuyo voto simplemente se decantaría por el PP porque del mismo modo el estigma también afectaría a Unidas Podemos en la medida en que el comunismo supone un conjunto de ideas erróneas cuya inoperancia y perjuicio ya se demostró en el pasado.

Existe un intento de blanquear lo que representó la URSS, pero nadie puede ignorar que la dictadura del proletariado representa un concepto perverso e indeseable. Por su parte, los postulados que defiende Vox siempre han permanecido en la sociedad española, aunque se hallasen soterrados desde la Transición por el temor a una identificación con la dictadura franquista. Y es que el consenso en defensa de la Constitución, de la democracia y de nuestra pertenencia a la UE ha aglutinado la consideración de la normalidad social y política.

En cuanto el Régimen del 78 ha mostrado sus debilidades, es decir, en cuanto la corrupción ha podido percibirse como sistémica por los sectores afectados por la crisis económica, el franquismo sociológico ha reaparecido, lo mismo que por la izquierda han vuelto los marxistas cuando parecía que defender lo que se hizo en la URSS ya era anacrónico. Los extremismos son el resultado de que la clase política y financiera se lanzara en post del dinero fácil, es decir, es el fruto de la crisis y de la corrupción.

Esperemos que las élites políticas y económicas hayan aprendido la lección y que, si no por convicciones éticas, por lo menos asuman que deben respetar el marco financiero legal por haberle visto las orejas al lobo. Si bien el asalto a los Cielos de Podemos está ya bastante contenido, los comunistas han participado en el Gobierno en España por primera vez desde la Guerra Civil de 1936/39 y es muy factible que ocurra lo mismo con la extrema derecha, tal vez la próxima legislatura.

El debate de si el PP de Alberto Núñez Feijóo debería gobernar con Vox o no carece de sentido, ya que se sabe de antemano cuál sería la decisión final. Está claro que la respuesta sería afirmativa porque le resultaría totalmente imprescindible para conseguir la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputado en orden a salir investido como presidente del Gobierno y es muy probable que una de sus exigencias sea, lo mismo que en Castilla y León, varias carteras ministeriales. Por mi parte, no creo que haya que rasgarse las vestiduras ante esa posibilidad. 

 

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Alberto Ibarrola Oyón

 

Nacido en Bilbao (1972), reside en Navarra. Licenciado en Filología española. Ha publicado diez libros y más de ciento cincuenta artículos de opinión en diferentes medios de la prensa escrita.